En primer lugar, un poco de información técnica para ayudarnos a entender: El llamado coche de hidrógeno es un coche eléctrico que funciona según el principio de la electrólisis. Un depósito de hidrógeno alimenta la pila de combustible. La combinación de hidrógeno y oxígeno produce electricidad y el agua es rechazada. Esta electricidad es la que impulsa el motor eléctrico, señala el concesionario Crestanevada Málaga.
En comparación con el sistema de los coches totalmente eléctricos como Tesla o Renault Zoé, no es necesario recargar en una terminal, sino que basta con repostar hidrógeno en una instalación ad hoc, entre 3 y 5 minutos para el Toyota Mirai, el Hyundai IX 35 fuell cell o el Honda Clarity, frente a los 40 minutos, por ejemplo, en una terminal específica para Tesla.
Dos tecnologías diferentes, pero dos limitaciones comunes, la infraestructura que hay que crear para las estaciones de recarga. Y en este punto, todo está por hacer para los modelos impulsados por hidrógeno y Tesla sólo está al principio de la instalación para Europa.
Otra posibilidad para conducir de forma un poco más ecológica y eléctrica son los modelos híbridos, que actualmente son el sistema más desarrollado, casi siempre gasolina-eléctrico. El ejemplo más conocido es el Toyota Prius, que es antiguo, ya que su primer modelo data de 1997. Y a veces diésel-eléctrico, como ciertos modelos de Peugeot o DS.
Para simplificar la explicación del proceso, podemos decir que el motor de combustión toma el relevo de las baterías a una determinada velocidad y recarga al mismo tiempo el sistema eléctrico.
En conclusión, el coche de hidrógeno puede ser una nueva solución ecológica para los desplazamientos, pero no «la» solución a medio plazo.
Para ello, los fabricantes tendrán que resolver rápidamente 3 puntos absolutamente esenciales:
1- el intenso y rápido desarrollo de las estaciones de recarga
2- un aumento significativo de la autonomía de los coches, aunque esta observación también se aplica a todos los demás vehículos totalmente eléctricos
3- la reducción del precio de compra de los modelos: en efecto, 80.000 euros por un Toyota Mirai frente a 30.000 euros por un Prius pueden desanimar incluso a los fanáticos…