En Corea del Sur se está poniendo de moda la controvertida terapia de los funerales vivientes, pero ¿de qué sirve realmente contemplar tu propio funeral? Es importante luchar contra el tabú que rodea a hablar de la muerte, y en cierto modo estamos empezando a ver cambios. Cada vez más personas invierten en planes funerarios, pero pensar en el final de la vida sigue siendo algo que a la mayoría de nosotros nos cuesta hacer.
Hay nuevas tendencias radicales que empiezan a ganar terreno y nos hacen replantearnos nuestra actitud ante la muerte. En Corea del Sur, por ejemplo, la gente opta por vivir un «falso» funeral para reflexionar más profundamente sobre la realidad de la muerte y la importancia de la vida.
Los funerales en vida han ganado popularidad en los últimos años, aunque quizá más en la teoría que en la práctica. A mucha gente le gusta la idea de celebrar su vida con todos sus amigos en persona, en lugar de esperar hasta después de fallecer, pero es probable que un funeral en vida siga levantando algunas cejas.
En las culturas occidentales, los funerales en vida se celebran sobre todo por aquellos que esperan fallecer pronto, como los que padecen una enfermedad grave. Pero en Corea del Sur un tipo de terapia pionera anima a personas de todas las edades y circunstancias a vivir su propio funeral como forma de apreciar la vida.
La terapia del funeral viviente consiste en escenificar el funeral de una persona para que pueda adquirir claridad sobre la vida y la muerte. Bajo la dirección de un terapeuta, la persona escribirá su propio panegírico y participará en una ceremonia similar a un funeral. Durante esta ceremonia, el participante dispone de tiempo para tumbarse y meditar en silencio, reflexionando sobre su vida y el final de la misma.
La idea de simular tu propio funeral puede provocar fuertes reacciones. A muchos les parece «morbosa», o en cierto modo irrespetuosa; algunos la han criticado por egoísta. Pero estas reacciones ponen de manifiesto que seguimos sintiéndonos incómodos a la hora de hablar y planificar nuestro propio funeral y preferimos dejar que se ocupe de ello otra persona.
Del mismo modo, los practicantes de la terapia funeraria en vida esperan que los participantes piensen más en la muerte, aprecien más la vida y no tengan miedo de pensar en sus planes para el futuro. En Corea del Sur se utiliza para combatir el estrés y la depresión de los trabajadores: grandes empresas como Samsung y Hyundai ofrecen terapia funeraria en vida a sus empleados. ¿Podría funcionar una terapia así en España? Y si es así, ¿qué nos enseñaría?
Este tipo de terapia puede tener un profundo efecto en las personas, ya que les anima a pensar en cosas en las que normalmente evitan pensar. Aunque se han hecho progresos en los últimos años, la cultura occidental sigue siendo increíblemente incómoda en torno a la muerte. Esto significa que, como sociedad, intentamos ignorarla. Tal vez esta inusual terapia pueda ayudarnos a abrirnos a lo que queremos cuando fallezcamos, e incluso a organizar nuestros propios funerales.
Aunque la terapia funeraria en vida pueda parecer extrema -y puede que no sea para todo el mundo-, podría ser una forma de empezar a considerar nuestras opciones y hacer planes que ayuden a nuestros seres queridos cuando ya no estemos. Incluso algo tan sencillo como un plan funerario puede ser un paso importante, señala funeraria Emucesa.