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Enfermedad crónica caracterizada por molestias/dolor en el abdomen, alteración del número de evacuaciones o de la consistencia de las heces, hinchazón/distensión abdominal. Aparentemente, el síndrome del intestino irritable no tiene causas orgánicas, sino que se produce en conjunción con acontecimientos físicos o psicológicos estresantes. Una dieta caracterizada por un elevado consumo de grasas y azúcares puede agravar los síntomas. El diagnóstico se realiza mediante una anamnesis y una exploración objetiva encaminada a detectar los síntomas, pero también pueden realizarse pruebas diagnósticas para descartar otras enfermedades. El tratamiento está orientado a resolver los síntomas y puede incluir medicamentos antidiarreicos en caso de diarrea o laxantes en caso de estreñimiento, analgésicos, una dieta equilibrada y psicoterapia. El síndrome del intestino irritable -también llamado síndrome del intestino irritable, colitis espástica, colon irritable, colitis nerviosa o colon espástico- es una enfermedad muy frecuente que afecta aproximadamente al 10-20% de la población, señala la Dra. Ana García Navarro, especialista en cirugía bariátrica en Madrid. Afecta predominantemente al sexo femenino y especialmente entre los 20 y los 50 años (en algunos casos, sin embargo, se presenta ya en la infancia o la adolescencia).
Qué es el síndrome del intestino irritable
El síndrome del intestino irritable tiene un carácter crónico. El síndrome del intestino irritable es un trastorno de la función gastrointestinal que se caracteriza por la presencia de molestias o dolor abdominal (que mejora tras la evacuación), hinchazón o distensión del abdomen, cambios en el número de evacuaciones y/o en la consistencia de las heces.
La enfermedad tiene un carácter crónico y las reagudizaciones suelen coincidir con acontecimientos estresantes de tipo psicológico (trastornos de ansiedad, duelo, separación, etc.) o físico (infecciones, intervenciones quirúrgicas, etc.). Sin embargo, a diferencia de las enfermedades inflamatorias intestinales crónicas (por ejemplo, la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn), el síndrome del intestino irritable no provoca cambios en el tejido del intestino y no aumenta el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
Causas del síndrome del intestino irritable
Hasta la fecha no se conocen completamente las causas y los factores de riesgo que predisponen a la aparición del síndrome del intestino irritable. No se considera un síndrome de causa orgánica, sino de origen psicosocial, y se cree que varios factores diferentes contribuyen a su aparición:
Alteración de la comunicación entre cerebro e intestino: el intestino y el cerebro están conectados por señales hormonales y nerviosas que se encargan de regular el tránsito de los alimentos dentro del intestino. El síndrome del intestino irritable puede deberse a una alteración de estas señales, seguida de contracciones musculares anormales o espasmos que pueden acelerar o ralentizar el paso de las heces.
Factores psicosociales: los momentos de especial estrés contribuyen a la aparición de este síndrome; de hecho, se considera que el intestino es una especie de segundo cerebro, en comunicación con el primero, y por este motivo los acontecimientos estresantes a nivel psíquico se reflejan en el funcionamiento del intestino.
Dieta desequilibrada: una dieta caracterizada por un bajo consumo de fibra, pero rica en azúcar y grasa puede favorecer la aparición del SII. En concreto, algunos alimentos como los productos lácteos, el café, el chocolate, el té, las especias, los alimentos grasos, el trigo, la cebada, el brócoli y las bebidas alcohólicas y azucaradas pueden predisponer a la aparición de alteraciones de la motilidad intestinal.
Uso crónico de antibióticos
Posibles intolerancias alimentarias: por ejemplo, celiaquía e intolerancia a la lactosa
Alteraciones hormonales: el síndrome es más frecuente en mujeres que experimentan alteraciones hormonales todos los meses durante su ciclo menstrual
Alteraciones de la flora bacteriana intestinal
Enfermedades infecciosas: por ejemplo una gastroenteritis vírica o bacteriana puede predisponer al desarrollo del síndrome del intestino irritable llamado postinfeccioso
Síntomas del síndrome del intestino irritable
El síndrome del intestino irritable se presenta con:
- Dolor o malestar abdominal: suele localizarse en la parte inferior del abdomen; puede ser continuo o en forma de calambre y suele mejorar tras la evacuación.
- Alteraciones en la frecuencia de las evacuaciones: aumentan en caso de diarrea (más de 3 al día) y disminuyen en caso de estreñimiento
- Alteraciones en la consistencia de las heces: puede haber estreñimiento o diarrea. En algunos casos puede haber un patrón mixto con alternancia de estreñimiento y diarrea
- Dificultad para evacuar: se siente urgencia o esfuerzo en la defecación o sensación de evacuación incompleta
- Hinchazón y/o distensión abdominal
- Flatulencia
- Presencia de mucosidad en las heces: no siempre está presente
También puede estar presente
- Náuseas
- Debilidad y fatiga
- Problemas para orinar: ganas frecuentes o sensación de vaciado incompleto de la vejiga
- Incontinencia fecal
- Dolor de espalda
- Pérdida de apetito
- Migraña
- Ansiedad o depresión
- Insomnio
- Dolor pélvico
- Cistitis
- Mareos
- Fibromialgia
Hay que pensar en otras posibles causas orgánicas si los siguientes síntomas también están presentes:
- Pérdida de peso
- Hemorragia rectal
- Fiebre
- Diarrea persistente
- Náuseas o vómitos recurrentes
- Dolor abdominal que no se alivia con las evacuaciones
- Anemia
Diagnóstico del síndrome del intestino irritable
El diagnóstico del síndrome del intestino irritable se realiza mediante la anamnesis (útil para recabar información sobre la dieta y los posibles factores psicosociales) y la exploración objetiva, durante la cual se comprueba la presencia de síntomas característicos.
A continuación, se evalúa la presencia de dolor/malestar en el abdomen, que debe estar presente desde hace al menos tres o seis meses durante al menos tres o cuatro días al mes, y las alteraciones en la frecuencia y consistencia de las heces. Sobre la base de la historia clínica, pueden ser necesarios exámenes complementarios para descartar otras causas orgánicas:
- Colonoscopia: permite examinar el colon y detectar pólipos, tumores, inflamaciones, úlceras o hemorragias y, en caso necesario, tomar pequeñas muestras de mucosa (biopsia).
- Esofagogastroduodenoscopia: permite visualizar las paredes internas del esófago y el estómago.
- Tomografía computarizada (TC) o radiografía: reproducen imágenes de los órganos internos y son útiles, sobre todo en presencia de dolor abdominal, para descartar otras causas.
- Examen de heces: para buscar bacterias, parásitos, sangre oculta y calprotectina fecal (indicador inflamatorio presente en casos de enfermedades intestinales crónicas, infecciones bacterianas o tumores del aparato digestivo).
- Análisis de sangre: hemograma, perfil bioquímico, prueba de la enfermedad celíaca
- Examen de orina: pone de manifiesto posibles infecciones urinarias
Tratamiento del síndrome del intestino irritable
El tratamiento del síndrome del intestino irritable se basa principalmente en el tratamiento de los síntomas, ya que no existe un tratamiento específico y único para esta afección.
Dieta adecuada
Limite o elimine los alimentos y bebidas que puedan ser perjudiciales y, al mismo tiempo, garantice una ingesta adecuada de fibra y agua, no ingiera comidas copiosas y mastique despacio.
Además, en los últimos años se ha propuesto una dieta -que sólo debe llevarse a cabo bajo supervisión médica- con un bajo contenido en hidratos de carbono fermentables por los alimentos, los llamados FODMAP (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables) contenidos, por ejemplo, en ciertas frutas y verduras, la harina de trigo y los productos lácteos, para reducir los síntomas causados por el SII.
Estilo de vida correcto
Aprenda a hacer frente a las situaciones estresantes, manténgase físicamente activo, tenga una buena calidad de sueño.
Medicamentos
Laxantes en caso de estreñimiento, antidiarreicos en caso de diarrea, antiespasmódicos, antiinflamatorios intestinales, analgésicos, probióticos. Los antidepresivos y ansiolíticos también pueden ser útiles en caso de trastornos de ansiedad y depresión.
Por otro lado, el uso de antibióticos para prevenir la aparición de un sobrecrecimiento bacteriano que podría empeorar los síntomas es controvertido.